Parece ser que en México el tratar de exigir el cumplimiento de cualquier servicio por parte de alguna institución a cargo del estado, es más bien cuestión de potencial económico, es decir, que si una persona común llagase a reclamar los derechos sobre algún servicio, no tiene el suficiente eco para ser escuchado, mientras que si se tratase de una persona perteneciente al círculo de la clase alta, inmediatamente y como si se tratara del jefe le atienden sin poner peros y protestas.
Una vez más vemos reflejado la falta de compromiso de las autoridades hacia quienes representan, dicho de otra manera, no poseen en realidad un sentido de responsabilidad y servicio hacia las masas, tan sólo son fichas al servicio de los hombres ricos del país, dejando de lado el principal papel de su funcionamiento.
Una de las formas mediante las cuales el ciudadano puede hacerse sentir y escuchar es mediante las manifestaciones. Sin embargo, en algunas ocasiones esta forma de expresión es llevada al extremo, saliéndose de control y provocando más daño que beneficio, por ejemplo cuando los manifestantes comienzan a destruir los objetos de las tiendas departamentales, etc., y también no hay que dejarnos engañar, muchas veces los mismos representantes son quienes organizan movilizaciones masivas sin tener un fin en particular y usando a su “clientela” para en ciertas ocasiones cubrir alguna verdad o acontecimiento que provoque el desprestigio de la autoridad.
1 comentario:
Si, es de todos sabido que la ley es para quien tiene los recursos para resolver sus asuntos con jueces y abogados. Pero lo cierto es que la clase alta ya no está exenta de ser víctima, por eso la marcha de días recientes. Los ricos no escapan de las acciones de la delicnuencia, que como sabemos está infiltrada en los propios aparatos de justicia del Estado, por lo que el dinero ya no es la solución para todo. En cuento a la gran mayoría de la población, ni hablar, sólo sirven para las estadísticas
Publicar un comentario