Hoy en día no es raro el ver a los contingentes de personas caminando por las calles de las principales ciudades del país llevando consigo pancartas, banderines y carteles con los cuales muestran su descontento ante algún hecho en particular y con el objetivo de enterar a la sociedad de la razón de sus consignas.
Sin embargo, si bien es cierto que se trata de un derecho a que apela a la libertad de expresión no siempre se da en un ambiente donde los participantes están plenamente concientes de la razón de su marcha.
Las actuales manifestaciones, a mi particular punto de vista, son tan sólo el reflejo de una sociedad anhelante de cambios, sin embargo existe una profunda inconciencia social entre la mayor parte de los sectores populares y aún en el mismo gobierno ya que no existe medio para llegar promover el diálogo y llegar a la toma de decisiones sin corromper el orden público.
Existen oscuros hechos de la historia nacional que revelan lo ineficaz de algunos modelos de gobierno los cuales han trascendido en la historia como acontecimientos manchados con sangre. Tal es el caso del movimiento estudiantil de 1968 que fue un movimiento social en el que además de estudiantes participaron profesores, intelectuales, amas de casa, obreros y profesionistas en
Este acontecimiento es absurdo más por el hecho de haberse dado en un país donde supuestamente comenzaba el ascenso hacia un modelo mejor, es decir, donde el progreso y desarrollo económico auspiciaban grandes promesas para mejorar el país.
A pesar de todo lo acontecido ya en el pasado aún no se ha comprendido la trascendencia de este lamentable acontecimiento, pues a pesar de todo el acceso al conocimiento y a la tecnología, parece ser que la conciencia social sigue aún dormida y esto se ve reflejado en los mitines en donde más que expresar las ideas para luchar por un cambio únicamente se ve a montones de gente que pocas veces va por voluntad propia y que mayoritariamente asiste por la promesa de algún regalo.